martes, 16 de diciembre de 2008

Los rituales de la llegada

Cuando los milongueros entran en su milonga favorita, cada uno tiene su ritual. Están los que entran sin mirar a nadie y van directo a su mesa. Los que se quedan en la puerta observando. Los que van a la barra y ven qué onda...

Yo también tengo mi ritual cuando llego a mi segundo hogar, La Viruta. Lo primero que hago es quedarme mirando la pista, antes de bajar los últimos escalones. Una mirada global, que abarca la totalidad del lugar, para ver cómo está la cosa, si hay mucha o poca gente, quién está bailando, si está complicada la circulación en la pista, si se están matando a golpes o si habrá espacio para unas buenas caminatas con pasos largos (hace unos meses habría dicho: para unos buenos boleos altos).

Los viernes y sábados en que el amo y maestro del lugar, Horacio P.B.T. Godoy, está en la consola de música en la parte delantera, primero voy a saludarlo, como se hace cuando alguien llega a un hogar y primero saluda al dueño de casa.

Luego, me voy por el lado izquierdo para ver cuál de mis amigos ha llegado y si me voy a poder meter en una mesa, porque yo nunca reservo mesa...

Entonces, empiezo a recorrer el costado izquierdo de la pista, caminando hacia la barra del fondo. A esta altura hay dos posibilidades: o mis amigos ya llegaron y lo primero que hago es saludarlos, poner mis cosas en su mesa, cambiarme los zapatos. O no llegaron (o todavía no los vi), y sigo mi recorrido hasta la barra del fondo, donde los miércoles, jueves y domingos está Horacio Godoy, y lo saludo a él, a los profesores que estén en la "mesa de profesores" y a la gente que conozca.

Luego, vuelvo a mirar la pista, esta vez desde la otra punta y para ver con quién tendré (o no) el gusto de bailar esa noche, me quedo un rato ahí y voy en busca de mis amigos.

Luego, me cambio los zapatos (porque, gente que no milonguea, está claro que ni los hombres ni las mujeres, por lo general, venimos con los zapatos de tango puestos, primero para no gastar la suela, y segundo porque, sobre todo para las mujeres, son extremadamente incómodos para la calle... ¿ya intentaron caminar trece cuadras con zapatos con un taco de 9 cm?).

Una vez que tengo los zapatos puestos, la noche de milonga puede empezar.

Y ustedes, ¿cuáles son sus rituales cuando llegan a su milonga favorita?
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lunes, 8 de diciembre de 2008

Silvio Lavia y su hija

Silvio Lavia es un bailarín bastante conocido en el ambiente del tango. El año pasado, en el cumpleaños de la milonga Club Gricel, bailó con su hija, Estrella, Café Domínguez. Todos se emocionaron viéndolos:



Y este año reincidieron en el nuevo cumpleaños de Club Gricel, esta vez en Mala Junta. La niña visiblemente evolucionó en su baile. Y claro, con semejante profesor...

jueves, 6 de noviembre de 2008

Horacio "P.B.T" Godoy

Como conté en una entrada anterior, mi formación inicial la hice en La Viruta. Durante los dos primeros años, sólo he tomado clases allí. Al principio, iba los jueves. Tomaba la clase (primero sólo tango, luego también la de milonga) y me iba a mi casa. Al cabo de dos o tres meses, agregué las clases de los domingos (milonga y tango). Luego se sumó la de los viernes. Y por último también las de los miércoles y los sábados.

Subí todos los niveles, tomando clases en particular con Rafael Mendaro, Lorena Mosele, Mariangeles Caamaño, Daniel Sansotta y Cecilia Troncoso, hasta llegar al tan ansiado nivel de Avanzados 2, aquel que miramos con admiración (y desesperación pensando que nunca llegaremos ahí) cuando empezamos. Tuve la suerte de que en esa época, el DJ y co-fundador de La Viruta, Horacio "P.B.T" Godoy, diera las clases en ese nivel los jueves, los viernes y los sábados, primero junto a Elina Ruiz y luego junto a la jovencísima y maravillosa Cecilia García.

Así, durante más de un año y medio, tomé clases con él tres veces por semana, a lo que se sumaron luego las clases para avanzados que daba en el instituto de su hermana, Mora Godoy, los miércoles.

Puedo decir que Horacio Godoy ha sido mi maestro. Lo poco que sé de tango, me lo enseñó él. Desde el tango milonguero hasta el de Villa Urquiza, de los que es experto, fusionados con técnicas más modernas. La historia de las orquestas, de los estilos musicales y de los bailes, los códigos de la milonga: tiene un conocimiento tan amplio que parece una enciclopedia viva. Y todo, con un humor exquisito y una gracia que hacen que sus clases sean divertidas, alegres y nunca aburridas.

Sólo puedo recomendar sus clases. Hoy día, cuando no está de gira, sus clases para avanzados en La Viruta son los jueves (milonga a las 21h30 y tango a las 22h30) y los sábados (estilo milonguero, a las 22h30).

Aquí lo podemos apreciar con Cecilia García en Bruselas, bailando la milonga No hay tierra como la mía, por la orquesta de Francisco Canaro:



También pueden ver las decenas de videos que el usuario de You Tube afiori63, visible admirador de la pareja, filmó durante la tradicional ronda de profesores que se hace antes de las clases en La Viruta.
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sábado, 1 de noviembre de 2008

Relatividad

El viernes pasado me fui de La Viruta a las 5h30 de la mañana. En mi camino hacia la salida, no menos de seis (6) personas me preguntaron: "¿Qué pasa que te estás yendo tan temprano?"

Estamos todos locos...

sábado, 11 de octubre de 2008

Códigos de la vida y códigos de la milonga

Un amigo extranjero vivió una escena un poco tensa la otra noche en Salón Canning. Para los que desconocen este lugar, se trata, en todo caso a mi entender, de una milonga "intermedia": ni muy-muy, ni tan-tan.

Es decir, ni muy-muy moderna, ni tan-tan tradicional. Se suele usar el cabeceo, pero no de manera exclusiva como en otros lugares como Sunderland. El ambiente es un poquito menos acartonado, pero se suelen respetar los códigos tradicionales de la milonga, tanto en la pista como fuera de ella.

Ese amigo baila tango bastante bien, desde hace bastantes años. Le gusta mucho Salón Canning y tiene entendido que allí se puede sacar por cabeceo o invitando directamente.

Esa noche, se acercó a una mesa donde se encontraban tres chicas, todas extranjeras. Preguntó a una de ellas: "¿Querés bailar?"

A lo cual la chica, que visiblemente no quería ser sacada de esa manera, respondió muy secamente, casi sin mirarlo: "No". Y siguió hablando con sus amigas.

Mi amigo, lógicamente, se sintió un poco ofendido por ese trato tan descortés. Se acercó nuevamente a ella y le dijo: "No 'gracias', al menos, ¿no?"

Siguió una conversación en la que ella le explicó que sólo respondía al cabeceo y que no le gustaba que la invadieran de esa manera. Mi amigo replicó que le habían explicado que en Salón Canning se usaban las dos maneras de sacar a bailar. Menos mal, lograron seguir charlando y finalmente la chica aceptó bailar con él y reconoció que habría sido una pena perdérselo.

Mi amigo me contó la anécdota con un tono bastante escandalizado. Al principio defendí la postura de la chica, después lo defendí a él, luego volví a la de ella... y no logré tomar una posición tajante a favor o en contra de uno u otro.

Esa chica, por más extranjera que sea, defiende a rajatablas los códigos del cabeceo. Considera que alguien que viene de afuera (de afuera del país o de afuera de la milonga) tiene, mínimamente, que conocer esos códigos. En efecto, cuando por ejemplo llegamos a un país que tiene costumbres distintas a las nuestras, en general tratamos de enterarnos de antemano cuáles son esas costumbres y, si no aplicarlas, al menos tratamos de respetarlas y no violarlas.

En la milonga pasaría lo mismo: según esa chica, lo mínimo que podía hacer mi amigo era adaptarse a los códigos existentes y respetarlos.

Pero mi amigo creía que en Salón Canning, las dos formas de sacar a bailar eran válidas. Que no habría hecho lo mismo en Sunderland o en La Baldosa. Y, sobre todo, considera que las reglas de buena educación (saludar, decir "por favor" o "gracias" o "no, gracias") son universales y trascienden los códigos locales del microcosmos de la milonga. Que ante su invitación a bailar, lo mínimo que podía hacer esa chica era agregar "gracias" después de su "no". Que no pretendía que la chica aceptara su invitación, pero que al menos no lo tratara como un perro.

Milonguer@s y no milonguer@s, ¿ustedes qué opinan? ¿Tuvo razón esa chica en contestarle como le contestó y en considerar que le corresponde a él enterarse de antemano de las costumbres locales de la milonga? ¿O tuvo razón mi amigo en sentirse ofendido por su falta de modales y en hacérselo saber?
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martes, 7 de octubre de 2008

Life is complicated

Hoy fui a una práctica. Había un chico con el que siempre quiero bailar y nunca me saca. Como lo conozco un poco, al final de la práctica, me acerqué para despedirme y aproveché para preguntarle:
- ¿Alguna vez me vas a sacar?
- Mirá, ¿te puedo ser sincero?, me contestó, y me eché a temblar.
- Sí, claro.
- Bueno, resulta que una vez te saqué y me dijiste que no. A partir de ahí, nunca más te iba a sacar.
Tengo que reconocer que no guardo ningún recuerdo de ese episodio. Le puedo haber dicho que no por mil y unas razones. Entonces le dije:
- ¿Vos sabés que puede haber mil razones por las cuales te dije que no?
- Sí. Así como hay mil razones por las que no te iba a volver a sacar después de eso.
- Mmh... ¿Entonces nunca vamos a bailar juntos?
- La próxima vez, sacame vos.
- O sea que si la próxima vez te saco yo, ¿me vas a decir que sí?
- Sí, yo nunca le digo que no a una mujer. Por más que ella me haya dicho que no.
- ¿Y después me vas a volver a sacar vos?
- Si me sacás vos, sí, a partir de ahí, te volveré a sacar yo. Porque hay códigos, ¿entendés?
Entiendo.
La vida de la milonga es complicada...
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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Bizarro

En la milonga suceden cosas bizarras.

Hace poco me pasó algo que hasta ahora jamás me había sucedido, pero nunca hay que dar las cosas por sentadas. Lo que me pasó fue que un hombre cortó una relación conmigo, así, en medio de una tanda, mientras estábamos bailando. Me dijo, entre un tango y otro: "Disculpame, pero siento que no puedo seguir con vos".

Ahí estábamos, bailando bien pegaditos, oliéndonos, escuchando el pecho del otro, sintiendo los latidos de su corazón, y de pronto, termina el tango, los cuerpos se separan y..."siento que no puedo seguir con vos".

¿Qué se hace en esos casos?
  1. Dejar de bailar en ese mismo instante.
  2. Seguir bailando, temblando, sintiendo el cuerpo del otro que no volveremos a sentir de la misma manera, preguntándonos: "¿Qué hago? ¿Sigo? ¿No sigo? ¿Lo dejo plantado en medio de la tanda? ¿Me pongo a llorar?" mientras Raúl Berón canta Corazón no le hagas caso.
  3. Contestar: "Ajá", volver a abrazarlo para el tango siguiente, seguir como si nada y pensar: "Ya vendrá otro que sepa valorarme, mientras tanto no pienso echar a perder esta tanda de Caló-Berón que me encanta".
¿Y ustedes? ¿Qué fue lo más bizarro que les pasó en la milonga?
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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Introducing Aoniken

Algunos creen que para bailar tango, hay que ser esbelto. Nada más lejos de la realidad. Para bailar tango, hay que saber mover el cuerpo, nada más. Alguien esbelto pero que no tenga ningún manejo de su cuerpo será incapaz de dar dos pasos en tango (y en ninguna otra danza). Por el contrario, alguien gordo pero ágil la "romperá" sin problemas en una pista de baile.

Y sino, pregunten a Aoniken Quiroga.

Aoniken no solamente es gordo: también es petizo. Muy petizo. Pero qué quieren que les diga. Su agilidad es casi incomparable y verlo bailar (y bailar con él, doy fe) siempre es un placer. Sabe hacer olvidar su ingrato físico vistiéndose siempre de manera impecable y elegante, con clase y sin ninguna negligencia. "Tiene la ligereza de un cuadro de Botero, una dexteridad, una velocidad casi felinas. Es fascinante", dijo mi madre alguna vez. Y como mi mamá siempre tiene razón, pueden creerle...

Aoniken, de tan solo 22 años, fue subcampeón mundial de tango salón en 2006, junto con Emilia Cerutti. Baila desde sus siete años. Nos demuestra que se pueden superar muchísimos obstáculos si uno tiene la pasión y la voluntad de hacerlo. Un ejemplo para todos.

Aquí lo podemos apreciar en La Viruta haciendo una exhibición con otra milonguera increíble, Luna Palacios. Admiren el "sanguchito"* que hace en el tiempo 1:10 del video. Y díganme si no tiene la destreza de un gato...



*Sanguchito (viene de la palabra sandwich): También llamado mordida. Paso en el que el hombre encierra un pie de la mujer entre los suyos. Se llama así porque el pie de la mujer vendría a ser el jamón entre dos rebanas de pan (no, no encontré una manera menos gráfica de explicarlo)...
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domingo, 7 de septiembre de 2008

La Baldosa

Viernes, día de La Baldosa. Porque cada milonga tiene sus días.

Hace unos meses, ni siquiera me habría tomado la pena de hacer una entrada sobre esta milonga, porque me habría parecido demasiado formal, o demasiado tradicional, o demasiado aburrida... Pero esto habría sido antes de descubrir mi pasión por el tango salón. Porque la verdad, La Baldosa me parece ahora un lugar muy lindo. Lindas tandas, linda gente. La mayoría de los concurrentes se viste elegantemente, pero tampoco es la exposición de joyas y vestidos de lentejuelas de Sunderland. También se puede ir de elegante sport, más relajado.

Se organiza en el salón El Pial, donde se suele organizar normalmente una peña. La pista es amplia, de baldosa (...), agradable.

Me gustó que, cuando llamé para reservar una mesa, me preguntaran si iba a ser "una mesa de solos". No entendía muy bien qué significaba, ya que si pedía una mesa para ocho, era evidente que no íbamos a estar solos, sino que íbamos a ser... ocho.

Pero la pregunta era para ubicarnos en el borde de la pista para ser visibles por las otras mesas y para poder sacar (los hombres) y ser sacadas (las mujeres), porque se usa mayoritariamente el cabeceo. Las mesas de gente que ya viene en pareja, efectivamente, se ubican más atrás. En ese momento recordé que uno puede sentirse muy solo aun rodeado de gente...

Ahora, el cabeceo sigue siendo un tanto incómodo para mí. Me parece fantástico eso de querer cuidar el honor del varón y no hacerle pasar vergüenza con un "no, gracias" que todos verán, me parece maravilloso eso de no avasallar la tranquilidad de las damas y no obligarlas a pronunciar el tan desagradable "no, gracias" o a bailar sin ganas, pero... ¿qué se hace con las miopes?

Está bien, uso lentes de contacto, con eso veo más o menos bien. Pero muchas veces soy incapaz de hacer la diferencia entre un cabeceo y un simple saludo. ¿Y saben que hay hombres que hacen crujir sus cervicales, con un movimiento muy parecido al del cabeceo? Ni que hablar de los que cabecean a la mujer que se encuentra justo atrás mío. ¿Les conté de la vergüenza que se siente al pensar que la invitación fue para una, y resultó ser para otra?

Por eso, a La Baldosa no se me ocurriría ir sola. Pero siempre que voy con amigos, la paso bien. Cada vez mejor, diría yo, a medida que voy conociendo más gente allí.

El lugar cuenta con un escenario elevado y una de las noches en que fui (hará un par de meses) cantaba Alberto Podestá, y cuando canta Alberto Podestá, no puedo dejar de llorar, sobre todo sabiendo que va a terminar con El Bazar de los Juguetes.

Alberto Podestá (Alejandro Washington Alé) cantó con las grandes orquestas de la época de oro del tango, la década del cuarenta: Caló, Di Sarli, Laurenz, Francini-Pontier. Cuando Podestá cuenta las anécdotas de cuando Homero Manzi escribió Paisaje, uno de sus éxitos que él cantó con la orquesta de Pedro Laurenz, pienso que él conoció a Homero Manzi y no puedo dejar de estremecerme. Claro, ahora Alberto Podestá tiene casi 84 años, ya no tiene la voz de sus veinte, pero me siento muy privilegiada de tener la posibilidad de escuchar a este grande, que me arranca lágrimas cada vez que entona...




La Baldosa (no tiene página web)
Salón El Pial - Ramón L. Falcón 2750 - Flores
Tel: 4601 7988
Viernes de 22h30 a 4 h (después de la clase)
Organizan Gabriela Elías, Alba y Horacio Fiorentino
Cómo llegar: colectivos 5-36-53-55-76-86-88-92-104-126-132-136-141-155-180. Ferrocarril Línea Sarmiento, estación Flores.
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jueves, 4 de septiembre de 2008

Buenos Aires en la tela

Siempre sé tener conducta por más contra que me busquen, aunque muchos se embalurnen que soy punto pa' currar, ando chivo con la yuta porque tengo mi rebusque y me aguanto cualquier copo con las cartas que me dan.

¿No entendieron nada? No se preocupen. Yo tampoco.

Es parte de un tango escrito por Carlos Waiss, Bien Pulenta, con música de Juan D'Arienzo y Héctor Varela.

Como ven, sin un diccionario lunfardo-castellano, es prácticamente imposible entender la letra de ciertos tangos.

Pero, chan chan... no estamos solos en el universo, y el otro día descubrí un blog relativamente nuevo (abrió en mayo), Caprichos y Berretines, cuyo autor se tomó la molestia de traducirnos algunos de estos maravillosos poemas urbanos.

Y así es cómo me enteré de que lo anterior significa: "Siempre sé conservar la conducta por mucho que pretendan buscarme pendencia, aunque muchos conjeturen equivocadamente que soy un sujeto al que se puede embaucar con facilidad, estoy receloso de la policía porque manejo un negocio poco lícito y soporto cualquier acometida con los medios de que dispongo" (sí, sí, todo eso).

En el blog también se enterarán de los perfiles de psicópatas en el tango, y de la historia arquitectónica de la Reina del Plata.

En fin, un lindo paseo por las callecitas de Buenos Aires que tienen ese qué sé yo, viste.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Perlita del Mundial

Una perlita escuchada por un amigo ayer en los camerinos del 6º campeonato mundial de tango en el Estadio Obras Sanitarias:
- ¿Y vos de dónde sos?

- Yo soy de madera.

miércoles, 20 de agosto de 2008

El rey de la milonga

Mis amigos no-milongueros a veces me preguntan: ¿vos estás segura de que a la milonga se va solamente a bailar?

Tienen razón en preguntar.

La milonga es un gran quilombo. Así es. Sin vueltas. La milonga nos cambia. La milonga nos hace diferentes. Allí las relaciones humanas están completamente distorsionadas. Entre nosotros hablamos de la gente "normal" para mencionar a los que no milonguean.

Y encontré la analogía perfecta para hacer entender a los de "afuera" (los normales) cómo es el ambiente de la milonga. El puterío. Las histerias. Las conquistas efímeras. Los códigos de cortejo y seducción.

La encontré en una película que salió recientemente en las pantallas argentinas: The Other Boleyn Girl. La historia transcurre en la corte del rey Enrique VIII de Inglaterra. Y no me quedó la menor duda: la corte inglesa era una milonga.

Apenas modifiqué los diálogos de la primera escena. Para las escenas siguientes, en cambio, me tomé mucho más libertad.

Pasen y vean.

(Advertencia: algunas de las escenas son extraídas del final de la película. Si aún no la vieron y no se quieren enterar de cómo termina, aunque el desenlace es de público conocimiento por tratarse de hechos históricos, no miren este video. También advierto que algunas escenas pueden herir la sensibilidad de ciertas personas -no joke).


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viernes, 15 de agosto de 2008

El tango finlandés

Hoy arranca el 10º Festival de Tango de Buenos Aires. Podemos regocijarnos de que el festival esté cumpliendo una década. Pero, ¿saben cuál es el festival de tango más antiguo del mundo y dónde se organiza? Si me dicen Tres Arroyos, Neuquén, Salta, Montevideo, París, Madrid o Nueva York... están equivocados.

El festival más antiguo del mundo se llama Tangomarkkinat, se organiza ininterrumpidamente desde 1985 en julio de cada año en Seinäjoki, donde también se organiza un campeonato de baile y esto queda en... Finlandia.

Mientras nosotros nos matamos tratando de averiguar qué es el tango argentino, allá parece que saben perfectamente y desde hace muchísimo tiempo lo que es el tango finlandés.

En la década del diez, el tango cruza el charco desde Buenos Aires y viaja a Europa, particularmente París, donde adquiere sus letras de nobleza y se transforma en una danza de salón (hasta ahora tenía muy mala fama en Argentina, donde se lo escuchaba, cantaba y bailaba en los arrabales, y era despreciado y vilipendiado por la clase alta).

En las décadas siguientes, se vuelve muy popular en toda Europa (mi abuelo español era fanático de Carlos Gardel, por ejemplo, y mi abuela francesa me cuenta cómo se bailaban ritmos de tango en los bailes de su juventud). Pero se arraiga particularmente en Finlandia, donde los compositores mezclaron esta nueva música con los viejos valses y ritmos folclóricos regionales, que también hablaban de nostalgia y de amores infelices. A tal punto que en la década de los cuarenta, más de la mitad de los temas más populares eran de tango, un género que se extendió por todo el país, y no solamente las grandes ciudades.

Aquí vemos una demostración de Katri y Mikko Wikman con la orquesta finlandesa de Murakus Allan:



miércoles, 13 de agosto de 2008

De Pugliese, D'Arienzo o Caló

De qué hablamos los que bailamos tango cuando decimos: Me bailé un D'Arienzo buenísimo o Yo prefiero la tanda de Caló-Berón"?

Como expliqué en la entrada sobre los códigos, en general en las milongas se ponen tandas de tres, cuatro, o hasta seis tangos (como en La Viruta), todos de una misma orquesta. Cuando hablamos de D'Arienzo o Caló, hablamos de las orquestas, no de los que compusieron la letra o la música del tango.

Y por lo general, el nombre es doble: mencionamos la orquesta y el cantor. Un Caló-Berón no es lo mismo que un Caló-Podestá, o un D'Arienzo-Echagüe que un D'Arienzo-Mauré. Son épocas distintas, tal vez maneras distintas de tocar.

Cada orquesta tiene su estilo, más picado o más melodioso, según las épocas y las modas. En general hasta 1935, es un tiempo muy marcado pero lento, como la orquesta de Francisco Canaro, que podemos apreciar aquí en Suerte loca:

Luego aparece Juan D'Arienzo, el "Rey del Compás", que con el pianista Rodolfo Biaggi marca un giro rotundo en el estilo del tango, a tal punto que impuso la moda a todas las otras orquestas del momento: mucho más picado y rápido. Juan D'Arienzo grabó más de mil temas entre 1926 y 1975. Llevó el ritmo a niveles vertiginosos hasta el año 1939 más o menos, tras lo cual se mantiene unos años y luego empieza a decaer. Vendió dos millones de copias de su versión de La Cumparsita, algo inédito para la época. Donde tocaba él estaba asegurada la concurrencia de miles de seguidores.

D'Arienzo marcó tanto el tango y la forma de bailarlo que hoy día sigue objeto de debates, acerca de si su orquesta sonaba mejor con Rodolfo Biaggi o Fulvio Salamanca en el piano, si es mejor la época 1935-1939 o las épocas posteriores, o si era un demagogo...

Un ejemplo de la colaboración entre D'Arienzo y Alberto Echagüe, que data de 1951, , donde se usa muchísimo lunfardo (pueden consultar la letra aquí):

En la década de los cuarenta, el ritmo se vuelve más melodioso y la letra más romántica, sobre todo cuando en 1943 el régimen de facto del general Pedro Ramírez prohíbe el uso del lunfardo. En 1942, cuando Miguel Caló graba Qué te importa que te llore con Raúl Berón (que durante mucho tiempo fue mi tango preferido), todavía se nota la influencia del picadito, pero con el violín melódico que se mete atrás:

Con Carlos Di Sarli, "El Tuerto" (llamado así porque le faltaba un ojo después de un intento de suicidio), llegamos a una estructura armónica única, como podemos apreciar en esta grabación de Bahía Blanca de 1957 o 1958:

Luego vinieron los más innovadores, particularmente Osvaldo Pugliese, cuyo estilo vanguardista se anticipó al de Astor Piazzolla. Cuando aparece Pugliese, los más tradicionalistas decretan que lo que toca no es tango. Lo mismo sucedió años más tarde con Piazzolla. Acá un ejemplo con Pata Ancha:

Entonces, algunos bailarines bailan mejor el estilo milonguero de un D'Arienzo, otros prefieren delirar sobre un Pugliese, otros elegirán un estilo más puro de tango salón con un Di Sarli...

Y eso es de lo que hablamos cuando mencionamos las famosas "tandas".

domingo, 10 de agosto de 2008

1.000

Una entrada sólo para auto-congratularme: ¡hoy recibí la visita número 1.000! Sabiendo que empecé hace menos de dos meses, me parece que tengo motivos de sobra para ponerme contenta.

Aprovecho la ocasión para agradecer a este 1000º lector/a (que viene de Reino Unido).

De hecho, dato curioso: el 80% de mis visitas viene de afuera, sobre todo Estados Unidos y Canadá. Deduzco dos cosas: o en Argentina los que se interesan en el tango se conectan menos a Internet. O prefieren vivir el tango antes que leer acerca de él. O tal vez las dos cosas...

Quiero agradecer también a mis amigas, amigos y familiares que entraron en mi blog en las primeras semanas para que mis estadísticas no registraran solamente mis visitas (los inicios de una bitácora siempre son momentos de gran soledad...).

miércoles, 6 de agosto de 2008

Entonces, ¿es o no es tango?

¿Cuál es mi visión personal de lo que es el tango? Como todas y todos, critico a los que decretan unilateralmente qué es tango y qué no lo es, pero como todas y todos, suelo hacer exactamente lo mismo...

Ese debate muchas veces es ocasión de violentas disputas en la blogósfera, sobre todo en el extranjero. ¿Por qué en el extranjero? Porque como lo explicaba en mi entrada anterior, es allí donde el tango nuevo causa más furor.

Y allí, los términos del debate suelen ser: el tango nuevo... ¿es tango argentino?

Uno de los argumentos para decir que el tango nuevo no es tango argentino es que tiene más adeptos en el extranjero que en Argentina. Esto no me parece completamente cierto. Primero, porque los mejores bailarines de tango nuevo (en todo caso, los más reconocidos mundialmente) son, de hecho, argentinos: Chicho, Eugenia Parrilla, Pablo Inza, Moira Castellano, Gastón Torelli, Mariela Sametband, Pablo Villarraza y Dana Frígoli, Sebastián Arce y Mariana Montes... Sin hablar de Gustavo Naveira, por supuesto, el que inició todo. Y segundo, porque Buenos Aires está repleta de lugares en los que se baila tango nuevo.

Cabe destacar, sin embargo, que casi todos desarrollaron su arte en el extranjero, donde pudieron crear sin la presión de los puristas argentinos reacios a cualquier cambio o evolución.

El blog Movement invites movement da una respuesta tajante a la pregunta citada arriba: "Nuevo Tango is NOT Argentine Tango" (creo que no es necesario traducir). Modern Tanguera, mucho más cauta, responde en su blog Vos También Tenés Tu Historia que el tango nuevo "es un estilo perfectamente válido en una gama más amplia de tango argentino", e invita a la reflexión. A lo que Movement invites Movement contesta con otra entrada reivindicado su posición y deslizando la idea de que "existe la posibilidad de que el Tango Nuevo haya sido creado como una herramienta de mercadeo para ganar mucha plata". Uno de los pocos en escribir en castellano, Tango Avant Garde dedica un blog a Esto del "Tango Nuevo".

¿Y yo? ¿Qué opino yo?

En Movement invites Movement, nuevamente, se compara el tango nuevo con la danza contemporánea, para decir que así como la danza contemporánea no es danza clásica -precisamente porque nació para romper con la rigidez de la danza clásica-, el tango nuevo no es tango argentino.

Pero yo no entiendo mucho ese debate: ¿a qué llaman exactamente tango argentino en el exterior? Supongo que al tango salón. Pero ¿el tango salón es el único tango argentino que exista? Obviamente no: está el tango milonguero, el tango canyengue, y si hablamos de otros ritmos, también está la milonga, el tango vals...

La danza contemporánea no es danza clásica, estamos de acuerdo. Pero es danza. El tango nuevo no es tango salón, también estamos de acuerdo. Pero ¿no es tango? Me parece muy difícil decretar esto así nomás.

Entonces, desde un principio, estoy modificando los términos del debate. La pregunta no es si el tango nuevo es tango argentino, sino si el tango nuevo es tango a secas.

Y para mí, la realidad es un poco más complicada que esa dicotomía "es tango/no es tango". Cuando empecé a aprender a bailar y durante tres años (es decir, hasta hace muy poquito tiempo), no lograba definir qué estilo me gustaba más. Desde el canyengue hasta el tango nuevo, difrutaba bailar absolutamente todo, dependiendo únicamente de la pareja con quien lo hacía. ¿El tango? Para mí era todo aquello que tuviera los pasos habituales de esa danza: ochos, giros, sacadas, barridas... A lo cual se le podía agregar más o menos cualquier cosa: ganchos, boleos, saltos, cambios de abrazo, colgadas, etc. En definitiva, todo valía.

El tango nuevo me parecía mucho más difícil porque hay que reconocer que técnicamente lo es: hay que tener destreza, equilibrio, eje, fuerza, control, habilidad, elongación... un sinfin de cualidades puramente técnicas que lo hace más complejo que el tango salón, y también coreográficamente más rico.

Pero hace muy poco, entendí algo que no siempre se ve en los primeros momentos de aprendizaje, y que creo que en el extranjero se ha perdido completamente de vista: lo difícil del tango no es hacer mucho, sino al contrario, hacer poco. No es levantar la pierna lo más alto posible en un boleo lineal, sino caminar lo más prolija y elegantemente posible.

El problema, claro, es que el tango salón no es "espectacular". Para aprender a bailarlo bien, se necesitan años (digo bien: años) de aprendizaje aburrido: caminar, caminar, y caminar. Para una persona que va a tango como se va al gimnasio, no es divertido. Ni siquiera es interesante. Y no te hace perder peso. En una sociedad en que tenemos que ver los resultados inmediatamente, ser eficaces, veloces, prácticos, productivos, en que se ha perdido la paciencia, ese aprendizaje no es viable.

En tango nuevo, en cambio, hay desafíos, se puede aprender un paso nuevo por día, inventar secuencias complicadas, se ven resultados concretos enseguida. Es mucho más atractivo, sobre todo en el extranjero. ¿Por qué digo que sobre todo en el extranjero? Porque en el extranjero no existen las milongas de Buenos Aires. Y la gran diferencia que veo aquí y allá, es que allá el tango es una actividad casi deportiva, digamos que artística, pero actividad al fin. En Argentina, el tango es un acto social. Suena medio estereotipado, pero mi experiencia es que en el extranjero se baila tango, y en las milongas de Buenos Aires se vive el tango.

Cuando descubrí eso (sobre todo a partir del momento en que conocí las milongas del exterior), entendí que lo mío era el tango salón.

Y empecé a ser de los que dicen: "El único tango verdadero es el tango salón". Con justificaciones como: "La esencia del tango es el abrazo, si se pierde el abrazo, se pierde el tango". Y no es falso pero... Pero es exactamente lo que me imagino que decían los adeptos del canyengue cuando surgió el milonguero, y los adeptos del milonguero cuando en Villa Urquiza empezaron a aflojar el abrazo...

Hoy en día, mi definición del tango pasaría más por el sentimiento y la musicalidad. Alguna vez, Enrique Santos Discépolo definió al tango como "un sentimiento triste que se baila" (me parece que es de él, ¿no? aunque también es atribuida a veces a Jorge Luis Borges... ¿alguien para confirmar?). Hoy día, esa frase suena trillada, pero para mí es absolutamente cierta. Creo que poco importa si el abrazo es abierto o cerrado, si el paso es largo o corto, si el boleo es alto o bajo, a partir del momento en que entre los dos integrantes de la pareja (sean un hombre y una mujer, dos hombres, o dos mujeres) existe esa conexión, ese sentimiento (triste o alegre, de hecho), en el que la pareja y la música se funden.

Mi propio discurso, en todo caso, es similar al que tengo con respecto a La Viruta: creo que el tango nuevo permitió a muchos jóvenes acercarse al tango más tradicional, al que probablemente nunca se habrían acercado de otro modo. Y creo que el Tango con una T mayúscula tiene que agradecerle por eso, porque probablemente el tango nuevo haya salvado del olvido al tango a secas, que había prácticamente desaparecido desde la década de los sesenta.

Y mi impresión, compartida por muchos, es que hoy día en Buenos Aires la gente está volviendo cada vez más al tango tradicional. En lugares como Practica X o Tangocool, templos del tango nuevo, se ve un número creciente de parejas bailando con abrazo cerrado y respetando los estilos musicales (porque esto es algo que no me gusta del tango nuevo: les da lo mismo que esté tocando Canaro, D'Arienzo, Di Sarli, Pugliese o Tanghetto: bailan todo igual).

....

Ahora, dicho todo eso, y para dar un toque un poco más ligero a esta entrada muy seria: algunas cosas me parecen clarísimas, y ahí sí voy a tomar una posición tan cerrada como los que dicen que el tango nuevo no es tango.

El Ballroom Tango a lo Rudolph Valentino, ¡¡NO-ES-TANGO!!

No sé ustedes, pero a mí me da la impresión de que el hombre apesta y la mujer trata de zafar de tener que olerlo... Y me duele el cuello sólo de mirarla... ¿Ustedes qué opinan?

viernes, 1 de agosto de 2008

El tango explicado a mis padres

¿Qué es el tango? La pregunta se escucha periódicamente, desde sus inicios. Cada generación ha visto cómo nacían nuevas formas de tango, y cada vez hubo gente para decretar: "Esto no es tango".

Lo que existen son diversas formas de bailarlo según las épocas y sobre todo, según los estilos musicales (los cuales, de hecho, tampoco se salvan del famoso "Esto no es tango", desde Osvaldo Pugliese hasta el tango electrónico pasando por Astor Piazzolla).

¿Quién puede decidir qué estilo de qué época es o no es tango? Yo tengo mi propia visión al respecto, que desarrollaré en otra entrada. Por ahora me limitaré a describir, de la manera más desencarnada posible, algunos de los estilos del tango como danza, que divido en cinco categorías (en otra entrada también hablaré de los estilos musicales):

Tango canyengue:

Es el abuelito del tango. Su origen se remonta a 1900. La pareja está totalmente apilada, el cuerpo de cada uno volcado sobre el otro, y se bailan todos los tiempos musicales con movimientos cortados, que siguen el ritmo del 4x8 (por lo general, con las orquestas de Francisco Canaro o la actual Tubatango). La pareja mira hacia la misma dirección y muchas veces se lo baila con la mano en la cintura del hombre, y no hacia arriba. Es un estilo picaresco y divertido. Aquí vemos a Roxina Villegas y Adrian Griffero, socios fundadores del Movimiento Cultural Canyengue Argentino:




Tango milonguero
:

El tango canyengue dio nacimiento al tango milonguero. La pareja sigue apilada, aunque ya no se comparte el mismo eje ni se mira en la misma dirección, y se sigue pisando cada tiempo. El abrazo sigue cerrado, sin abrirse nunca, no se modifica ni siquiera para una figura. Los torsos están permanentemente en contacto. Ese estilo se bailaba más en los bailes del centro de Buenos Aires. Aquí vemos a Ana María Schapira y Osvaldo Centeno en Ya lo ves, por la orquesta del "rey del compás" Juan D'Arienzo, ídolo máximo de los amantes del tango milonguero:




Tango salón
:

Como lo expliqué en la entrada sobre la milonga Sunderland, el tango salón se desarrolló sobre todo en la década de los cuarenta, cuando surge una música más melódica y romántica (de la mano de la prohibición del lunfardo en 1943). En tango salón lo que prima es la elegancia, la suavidad. Los pies acarician el suelo y no se pisan todos los tiempos: hay pausas, pasos más largos. Se permite aflojar un poco el abrazo para realizar figuras como los giros, aunque nunca se llega a romper.
De la nueva generación, uno de mis bailarines favoritos es Sebastián Achaval. Tiene 28 años y ganó el Campeonato Mundial en el 2005. Aquí baila Café Domínguez, por la orquesta de Angel D'Agostino, con su compañera Roxana Suárez:




Tango escenario
:

En la década de los setenta, Juan Carlos Copes y María Nieves primero, Miguel Angel Zotto y Milena Plebs luego, llevaron el tango al escenario. Allí era necesario realizar figuras mucho más vistosas. Nacieron los ganchos, los saltos, las levantadas, las soltadas. El tango escenario, a diferencia de todos los otros estilos que se distinguen por la improvisación, es completamente coreografiado. Se puede bailar a la perfección una coreografía de tango escenario y no saber "bailar tango", es decir, tango improvisado. El bailarín clásico Julio Bocca es un excelente ejemplo de ello: en un escenario es capaz de las más acrobáticas figuras, pero en medio de la pista de una milonga, estaría completamente perdido.
Los espectáculos como Tango Argentino, montado en Broadway en 1983 por Claudio Segovia, Tango Pasión, Tangox2, Forever Tango, Tanguera, son de tango escenario. Todos triunfaron primero en el exterior. En Argentina eran recibidos con bastante frialdad hasta que finalmente fueron reconocidos también en su país (algo recurrente en la historia del tango, que tuvo que ser reconocido primero en París en la década de los veinte para adquirir sus letras de nobleza y pasar de ser, en Argentina, una danza arrabalera a una danza de salón).
Aquí vemos una hermosa milonga extraída del espectáculo Tango Pasión, La Luciérnaga, magistralmente interpretada por el Sexteto Mayor y bailada por Alejandra Mantiñan y Gustavo Russo en 1997 en el Théâtre des Champs Elysées de París.

(para los neófitos: la milonga, además de ser el lugar en el que se baila tango, es un género musical emparentado con el tango, pero con otro ritmo, más "cuadrado", mucho más alegre, y con orígenes afrocubanos como la habanera)




Tango nuevo
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Nace a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa. Se considera que el "padre" del tango nuevo es Gustavo Naveira, aunque él lo niega y dice que no existe un estilo nuevo, sino que simplemente el tango ha crecido técnicamente.
Nuevamente, y aunque sus "fundadores" son argentinos, el tango nuevo se popularizó sobre todo en el extranjero, donde la gente quedó impactada por los espectáculos de tango escenario. Se empezaron entonces a fusionar diversas danzas con el tango: danza moderna, contemporánea, contact improvisation e incluso artes marciales.
En este caso creo que se puede decir que el estilo de baile antecedió al estilo de música: como explica Carlos Libedinsky, compositor e intérprete del disco Narcotango, el tango electrónico nació precisamente de la necesidad de crear una música acorde a lo que se estaba bailando cada vez más en las milongas europeas: "Llegó un momento en que hubo un cambio en la forma de bailar, pero no en la música", considera. "El tango electrónico permitió acompañar estos nuevos movimientos". Así, por ejemplo, surgió Gotan Project en Francia o Bajo Fondo Tango Club en Argentina.
Uno de los que personifican el tango nuevo es sin dudas Mariano "Chicho" Frúmboli, alumno de Gustavo Naveira, y quien vivió durante muchos años en París, donde bailaba principalmente con Eugenia Parrilla. Juntos formaban una extraña pero deslumbrante pareja, él de imponente estatura, firmemente anclado al piso, y ella delgada y etérea.
Hoy día, Chicho, nuevamente radicado en Buenos Aires, baila con la maravillosa Juana Sepúlveda y juntos recorren el mundo dictando clases y haciendo exhibiciones. Aquí los ven en Ave María de Astor Piazzolla. No se olviden de que todo está improvisado. De hecho ese tema lo bailaron muchísimas veces, y en You Tube nunca lo verán interpretado dos veces de la misma manera:





Nota: el Campeonato Mundial de Tango, cuya sexta edición comienza el 24 de agosto próximo, se divide en dos categorías: Tango Salón y Tango Escenario. Ambas, como ya comprenderán, muy distintas, dado que una es de improvisación (los participantes ni siquiera saben qué temas van a bailar, se enteran en el mismo momento en que pisan la pista) y otra es de coreografía preparada y ensayada con muchos meses de anticipación.
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miércoles, 30 de julio de 2008

La milonga y los taxis porteños

Cuatro de la mañana. Salgo de la milonga. Hace frío. Camino dos cuadras para buscar un taxi. Aparece uno. Lo paro. Me subo. El chofer me pregunta:
- ¿Y? ¿Milongueaste mucho?
- Lo suficiente. Pero... ¿cómo sabe que estaba en una milonga?
- Tenés olor a tango.
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martes, 22 de julio de 2008

Frases de milonga #1

El mundo de la milonga es muy particular y tiene su vocabulario propio. Siempre me pregunto qué pensaría la gente que no sabe nada de tango si nos escuchara pronunciar algunas frases que, sacadas de su contexto, son totalmente incomprensibles. Frases que nos hacen pertenecer de alguna manera al aparentemente hermético mundillo del tango.

Hay una en particular que me gusta mucho. Una escena que tod@ milonguer@ que se respete vivió al menos una vez en su vida.

Al entrar en una milonga repleta, llena hasta las manos, con una pista atestada de gente, no es infrecuente que alguien, tras recorrer rápidamente el lugar con la mirada, sentencie lo más seriamente del mundo y con cara de circunstancia:
- Che, hoy no hay nadie.
Cualquier espectador externo pensará que esta persona tiene un problema, ya sea de vista, ya sea psicológico.

En realidad, con "no hay nadie", está implícito el resto de la frase que sería: "no hay nadie conocido" o "no hay nadie para bailar", es decir, hay un montón de gente a la que no conocemos pero no sabemos si baila bien y suponemos que no.

Ésta es una frase típica de los sábados por la noche en La Viruta, cuando antes de las tres y media de la mañana (hora en la que ya no se cobra entrada y entran los milongueros), el lugar está abarrotado, pero de principiantes que todavía no tienen mucha idea de lo que es el tango.

© Foto La Viruta

domingo, 13 de julio de 2008

Mi Club

El domingo pasado decidí salir de las fronteras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (otrora conocida como Capital Federal) e ir a una milonga en la provincia, más precisamente en Banfield. Se trata de Mi Club, en realidad un gigantesco boliche bailable que, los domingos, se transforma en milonga.

Mala idea.

Por una única y sencilla razón: en la provincia de Buenos Aires no rige la ley antitabaco. Hacía casi dos años que no me pasaba eso de no poder respirar en una milonga, por la cantidad de humo de cigarrillo. Un horror completo. Los fumadores que no tienen reparo en molestar a los demás, agradecidos. Yo, intoxicada. Lo raro era ver a la misma gente que, en Capital, sale ordenada y respetuosamente a fumar afuera (o sea, entendiendo, me imagino yo, que su cigarrillo es molesto), fumándome en la cara con total desparpajo como si nunca se hubiera enterado de que la tolerancia y las buenas costumbres exigen que no se fume en ambientes cerrados. Lo cual me terminó de convencer de que sin una ley que les obligue a respetar a los demás, la mayoría de los fumadores son incapaces de hacerlo solitos.

Me extiendo mucho en eso porque al fin y al cabo, la pasé mal. Y no es que no hubiera buena música o que el ambiente fuera feo. No, nada de eso. Es más, era como estar en un túnel del tiempo, cuando por cada tanda de tango se ponía una tanda de cualquier otra cosa (vals, milonga, foxtrot, paso doble...). Promedio de edad bastante avanzado, lugar no muy estéticamente logrado (decoración que no sabía si situarse entre la década de los setenta con bolas de luz colgando del techo, o de los noventa, con pantalla gigante en la pared). Pero interesante, al menos para cambiar un poco de las mismas milongas porteñas.

Pero el cigarrillo nubló completamente mi visión de las cosas. La pasé mal, y punto. Es completamente subjetivo.

Eso sí, tocaron los Reyes del Tango, una orquesta típica creada en 1992 y que cultiva el estilo con mucha pulenta de Juan D'Arienzo. Menos mal, me alegraron la noche.



Mi Club
Cochabamba 249 - Banfield
Tel: 4242 0094 o 4242 0441
Domingos a partir de las 18h
Organizan Valdi y Marcelo
Cómo llegar: Estación Banfield del Ferrocarril Roca
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jueves, 10 de julio de 2008

El abrazo perfecto

La búsqueda del abrazo prefecto es la razón por la que bailo tango. La razón por la que, todas las noches, me interno en el oscuro mundo de la milonga.

El abrazo del tango justifica que se lo baile. Hay hombres de cuyo abrazo es casi imposible separarse. Su torso entra en el nuestro y no podemos zafar de ahí. Podríamos quedarnos horas contra ellos, en el medio de la pista, incluso sin movernos, sin bailar, sintiendo los latidos de su corazón. Esos hombres bailan con su abrazo.
Allí estamos, entre sus brazos, y no entendemos muy bien lo que nos pasa. Cerramos los ojos, sentimos nuestros pechos encastrados y sólo eso nos vuelve locas. Entendemos la fusión del átomo.

Visto de afuera, parecemos inmóviles. Pero en el seno de ese abrazo, se produce una danza alucinante, una multitud de chispas en cada pedazo de nuestro cuerpo, una sinapsis de epidermis. Sentimos ese intercambio microcóspico, que sólo él y nosotras podemos percibir, esos movimientos de nuestras células que se abrazan, se golpean, se acarician.

Eso es, para mí, el tango. Y por eso me hice adicta.

Necesitamos ir a bailar todas las noches en busca de ese abrazo perfecto que sólo durará tres minutos, el tiempo de un tango. A veces, por más que busquemos horas y horas, no hallaremos nada. Volveremos a nuestra casa frustradas y con la sensación de haber perdido el tiempo. Pensaremos en regresar a la noche siguiente con la esperanza de encontrarlo.

Pero si descubrimos ese abrazo conmovedor, entonces al regresar a nuestra casa pensaremos en regresar a la noche siguiente para volver a encontrarlo.

Pase lo que pase, a la noche siguiente, allí estaremos, en el borde de la pista, en busca del hombre que sabrá penetrar nuestro cuerpo a través de su abrazo.

PD para los mal pensados: loco, no estoy hablando de otra cosa que del abrazo.
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lunes, 7 de julio de 2008

Geraldine Rojas

Tal como se lo prometí en la entrada anterior, les presento a Geraldine Rojas.

A Geraldine, de 26 años, las mujeres la odiamos.
Y los hombres la aman, claro. Embobados, están, cuando la miran. Y con razón.

Geraldine es la bailarina que todas soñamos con ser. Está tan cómoda en un escenario levantando las gambas a la altura de la cabeza de su compañero como en una milonga bailando a tierra y con una elegancia insuperable. Y hablando de compañero, claro, el compañero de Geraldine fue Javier Rodríguez, y digo "fue" porque se separaron en la vida y en el baile hace unos años y fue la separación más catastrófica de la historia del tango (me parece a mí).

Geraldine Rojas es una verdadera milonguera: no aprendió tomando clases, sino observando a sus antecesores en las milongas del mítico barrio de Villa Urquiza, desde muy chiquita. Su madre, María del Carmen "La Turca", afamada milonguera, la llevaba con ella en los bailes nocturnos. La niña quería aprender a bailar, pero su madre sólo la autorizó a caminar por el borde de las pistas, durante dos años. ¡Dos años caminando! Así aprendió que lo más importante del tango, y lo más difícil también, es caminar.

Esa extracción popular la distingue del resto de las bailarinas de su generación.

Les dejo leer una nota de Clarín que explica mejor que yo su historia, y tres videos para que disfruten de su inconfundible estilo.

En Poema, por la orquesta de Francisco Canaro, con Javier Rodríguez:



En una milonga, también con Javier Rodríguez:



Y con Carlos Gavito (1942-2005), muy poco antes de que éste muriera. Carlos Gavito fue la personificación del tango milonguero y se destacaba por bailar los silencios y cuidar las pisadas más que los pasos en sí. Recorrió el mundo dictando clases. Se unió el elenco de Forever Tango. Ésta fue su última presentación, en La Viruta, estando ya enfermo de cáncer.

Alguna vez dijo: "Bailamos una soledad que tenemos dentro de nosotros y no la podemos ocupar con nada. Ese vacío al que le ponemos movimiento es el tango".

Miren cómo baila las pausas, entre paso y paso.
Y de ella, bueno... miren todo...
Empiezan bailando Pugliese y terminan con D'Arienzo:


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miércoles, 2 de julio de 2008

Sunderland Club

Más comunmente llamado Sunderland a secas.

Fui el sábado pasado y siempre se trata de una experiencia singular. Primero porque queda, para mí, del otro lado del planeta, en el barrio de Villa Urquiza, e ir hasta allá siempre es una odisea. Luego, porque lo más probable es que no baile en toda la noche. Y porque, extrañamente, siempre la paso bien.

Se trata, entonces, de un club del barrio de Villa Urquiza que, los sábados, se transforma en milonga, La Milonga del Mundo. Lo gracioso es que la pista está ubicada sobre la cancha de básquet. Todo el ambiente es un poco surrealista. A pesar de lo insólito de la instalación (las gradas para el público de los partidos, los tableros con las canastas en cada punta, las líneas blancas en el piso de baldosa, los carteles que publicitan la gomería Maipú, la pescadería Puerto de Vigo, la mecánica Pavone o la lavandería Anca, el techo muy alto tipo galpón...), se trata de una de las milongas más tradicionales de Buenos Aires, allí donde se junta la crème de la crème de los milongueros de ley, y los sobrevivientes de la época de oro del tango.

Allí, hasta los más jovencitos hacen un esfuerzo por vestirse bien. Las mujeres sacan a lucir sus más vistosas joyas y sus más infartantes vestidos, los hombres no escatiman en gomina y cuidan cada detalle de sus trajes, desde la corbata hasta el pañuelo en el bolsillo, pasando por los zapatos impecablemente lustrados. Y todo eso contrasta con la informal y absolutamente antiestética ambientación deportiva.

Otra rareza del lugar: el musicalizador, Mario Orlando, también trabaja en otras milongas, entre otras, La Marsháll, que es una milonga... gay-friendly. O sea, es capaz de poner música en una de las milongas más tradicionales de Buenos Aires, y en una de las más modernas (de La Marsháll les hablaré en una entrada ulterior).

No se va a Sunderland como se va a La Viruta, definitivamente. Se respeta el cabeceo, las mujeres esperan, hermosas y erguidas en sus sillas, que algún caballero fije su vista en ellas. Los hombres rivalizan de galantería y elegancia.

El barrio de Villa Urquiza es donde nació un estilo bien particular de tango salón, tan particular que se le llama "estilo Villa Urquiza", en oposición al "estilo centro". Fue en la década de los cuarenta cuando empezaron a florecer muchos clubes en esa zona del noroeste de la capital y se empezaron a organizar bailes de manera periódica.

El estilo Villa Urquiza, en el que priman la elegancia y la musicalidad del movimiento, es tan sutil y complejo que es raramente perceptible: pasos más largos, abrazo más suave... "En el estilo Villa Urquiza se baila la pausa", explica Horacio Godoy, DJ de La Viruta, y heredero de los grandes maestros de ese estilo. En cambio el "estilo centro", que le antecede en el tiempo, es más pegado, picado y rítmico: se baila cada tiempo, prácticamente sin pausa.

Sunderland es uno de los únicos sobrevivientes de esos clubes que nacieron en el barrio hace setenta años. En su pista bailaron los que hoy hacen la gloria de esta milonga: Luis Lemos "Milonguita", del que se dice fue el que inspiró el estilo Villa Urquiza, Lampazo, Finito, Gerardo "El Negro" Portalea... Entre los más recientes: el Chino Perico, Lidia y Lito Filippini, María del Carmen "La Turca" (aquí con Jorge Dispari), Margarita.

Sin olvidarnos, claro, de la increíble y jovencísima Geraldine Rojas (hija de "La Turca"), que se formó en Sunderland desde niña, con los más grandes maestros. Sobre Geraldine habría que escribir un capítulo aparte. De hecho, voy a escribir un capítulo aparte porque realmente lo vale y no quiero alargar demasiado esta entrada.

En fin, just for the record, el viernes 4 de julio se organiza en Sunderland la última de las cuatro fechas de las semifinales del VI Campeonato de Baile de Tango Metropolitano (la primera fue ayer martes en Salón Sur, hoy será en La Baldosa, Ramón Falcón 2750, y el jueves en La Viruta) así que si se quieren pegar una vuelta ese día, también pueden, a partir de las 23h30.

Aunque lo mejor para conocer Sunderland es ir los sábados (y no se olviden de que, como en casi todas las milongas, es conveniente llamar antes para reservar una mesa).












Sunderland Club
Lugones 3161 - Villa Urquiza
Tel: 4541 9776
Sábados de 22h a 4h30
Organizan Graciela y Carlos Matera y el Negro Firpo.
Musicaliza Mario Orlando.
Cómo llegar: colectivos 110-176-140-143-193-107. Tren Ferrocarril Mitre (ramal José León Suárez), estación Urquiza

© Fotos Clarín
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sábado, 28 de junio de 2008

Las 1001 razones por las que las mujeres decimos que no

Attenti, gente que todavía no milonguea, ésto pronto lo vivirán ustedes también si se prenden al mundo del tango...

¿Qué hombre no ha sido, al menos alguna vez, rechazado a la hora de sacar a bailar a una mujer?

Son situaciones incómodas para ambos. Para el hombre, recibir ese "no", por más que venga acompañado por una sonrisa y un "gracias", es como una bofetada. Para la mujer, también es un momento de tensión desagradable. Situación evitada por el cabeceo, por supuesto. Pero estamos hablando de esas milongas en las que no se usa el cabeceo.

¿Pero por qué las mujeres decimos que no? En general, los hombres deducen dos cosas:

  • no le gusta como bailo
  • es una agrandada

En realidad, las razones pueden ser mucho más complejas y múltiples (aunque también pueden ser ésas, claro). Aquí van algunas (lista no exhaustiva):

  1. La mujer acaba de bailar una tanda de milonga o de lo que sea que la cansó. De Gavito si estuviera vivo para abajo, es probable que le diga que "no" a cualquiera que la saque en ese momento. Claro que siempre pasa la situación en que una mujer le dice que "no" a alguien porque está realmente cansada, y dos segundos después, ese alguien la ve bailar en la pista con otro. "¿Cómo? ¿No era que estaba cansada? ¡Me mintió!", pensara el pobre hombre rechazado.
    Es que hay una realidad: a algunos bailarines no se les puede decir que no. No quiero citar nombres, pero a esos bailarines re-grossos (o que una considera re-grossos, esas cosas son muy, pero muy relativas), si les decís que no, no te volverán a sacar nunca más en su vida. Y si ese hombre nos saca, por más que estemos muertas de cansancio nos levantaremos como de una silla eyectable y en un santiamén estaremos dando vueltas en la pista entre sus brazos, y encima con una sonrisa de oreja a oreja, bajo la mirada azorada del que un instante antes había sido rechazado.
    Es así. No hay vuelta que darle. Me ha sucedido muchas veces y volverá a suceder. Es una cuestión jerárquica. Si fuera común y corriente que las mujeres sacaran a bailar, yo sé que sería de las mujeres a las que un hombre diría que "no" con el argumento de que está cansado, pero que saldría a bailar con esa otra bailarina magnífica re-grossa sin el menor atisbo de vacilación y a pesar de estar extenuado. De hecho, como yo soy de las mujeres que sacan a bailar, me ha pasado, y más de una vez.
    Tenemos que conocer nuestros propios límites.
  2. Hace une hora que la mujer se ubicó estratégicamente cerca o en el ángulo de visión de ese bailarín con el que sueña bailar desde hace días/semanas/meses. Y está a punto de conseguirlo. Hubo algunas miradas, algunas señales de que ese bailarín está a punto de sacarla a bailar. Pero todavía no se definió nada. En eso viene Pirulo y le dice: "¿Bailás?". Si la mujer acepta, toda la estrategia elaborada durante una hora se le va al diablo. ¿Cómo explicárselo a ese hombre que con toda la buena voluntad del mundo la viene a sacar? ¿Cómo decirle: "Mirá, hace una hora que estoy esperando que me saque otro"? Más si el otro finalmente no la saca: humillación total. Para ella.
  3. A la mujer la acaban de pisar el pie con un taco aguja de 10 cm y lo tiene a la miseria. No, no siempre es una mentira. Allí volvemos a la situación del punto 1: a pesar de tener una herida profunda y sangrante, si viene el bailarín a sacarla, aquel al que no se puede decir que no, la mujer se olvidará inmediatamente de que se tiene que ir a aplicar urgentemente la antitetánica y saldrá con él a la pista con su mejor sonrisa y sin siquiera renguear aunque sea un poquito.
  4. A la mujer le gusta bailar con vos, pero no esa tanda. Vos con Pugliese la verdad que sos un tronco, te prefiere para un D'Arienzo. Fijate en qué estilo se siente más cómoda con vos: probablemente sea el estilo en que vos también te sientas más cómoda con ella.
  5. Tardaste algunas tandas en atreverte a sacarla porque no te animaste/bailaste con otras/lo que sea. Tandas que ella aprovechó para bailar con otros. Cuando llega el final de la noche y finalmente lograste juntar valor para sacarla, ella no solamente está exhausta, sino que encima está de mal humor porque no logró bailar con ese bailarín con el que soñó toda la noche con bailar, y encima quiere reservar sus últimas fuerzas por si finalmente ese bailarín se fija en ella. Lo más probable es que te rechace. Y es posible que dos minutos después, la veas bailar con ese bailarín y te vaya a dar una bronca fenomenal (también es posible que ella se quede con las ganas y la bronca porque no solamente ese bailarín no la sacó sino que además te dijo que no a vos).
    Consejo: sacala al principio de la noche, cuando todavía está fresquita y no está ahorrando energías para bailar con ese bailarín.
  6. Está charlando con sus amigas. El otro día me pasó: estaba conversando en una mesa, una de esas charlas de mujeres absolutamente ininterrumpibles (salvo por ese bailarín con el que soñamos bailar, obvio, y por nuestros amigos) y se acerca un hombre al que nunca había visto en mi vida para sacarme. Le dije lo más cordialmente que no, que estaba hablando, y se me quedó mirando como preguntando: "¿Y?" Y bueno, nada, estoy charlando, estás interrumpiendo. Con un amigo no pasa nada, pero con alguien que no conozco, me parece ligeramente desubicado.
  7. A lo mejor bailás como los dioses, pero es la primera vez que venís a esa milonga, o una de las primeras veces, o siempre venís pero ella es una distraída total y nunca se fijó en vos. Esa noche ya bailó con dos principiantes que le pisaron el pie y la chocaron con todo el mundo, no tiene ganas de volver a experimentar. Ella se lo pierde, pensarás. Es posible. Y quizás cuando te vea bailar con otra piense: "Nooooo.... Y yo le dije que no a ese chabóóón... Me quiero mataaaaar..." (típico...). Pero bueno, son cosas que pasan. Si para subsanar su error ella viene y te saca, siempre tendrás la posibilidad de vengarte y decirle que no a ella.
    (tssss.... feo feo lo que acabás de hacer, ¿cómo es eso de que te querés vengar?).
  8. Finalmente, volvemos al "no le gusta bailar con vos". Y sí, puede pasar. Puede que no bailes mal, puede que incluso bailes bien, pero que no tengas idea de cómo manejarte en la pista, que no respetes los códigos, y que la última vez que bailó con vos, terminó con una uña del dedo gordo del pie derecho arrancada, un pedazo de carne desgarrado por el boleo de una chica a la que te acercaste demasiado y un taco aguja clavado por el mismo motivo. En definitiva, no la cuidaste. Si te dice que no, es por defensa propia... Aprendé a respetar los códigos de la pista y volvé a invitarla.

Conclusión: hombres, ¡no (siempre) se ofendan cuando les decimos que no! Razones hay miles y no son siempre mentiras.

De hecho, probablemente me olvide de algunas otras razones por las que una chica puede rechazar a un hombre. Mujeres, si se acuerdan de otras, ¡por favor dejen un comentario!

Claro que los hombres también nos pueden criticar, no (siempre) somos perfectas...
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jueves, 26 de junio de 2008

Mujer-mujer

Para aprender a bailar tango, tuve que aprender a disfrazarme de mujer. Hasta entonces yo era lo que los machistas llaman un marimacho.

Es decir que me vestía con ropa cómoda, no me maquillaba, no me pintaba las uñas, no usaba tacos altos, no tenía pelo largo, en fin, vivía cómodamente, como cualquier ser humano lo hace a diario (desafío a los hombres que aman a las mujeres producidas a que pasen un solo día en la piel de una de esas mujeres: que se depilen enteramente, cejas incluidas, que se maquillen, se tapen las ojeras, los granitos, que se pinten las uñas de rojo - sólo eso les llevará más o menos dos horas para que quede prolijo - que se pongan una minifalda y tacos de 9 cm, y que salgan a la calle con 2 grados bajo cero de sensación térmica... luego me dirán lo que prefieren).

En fin, un buen día empecé a tomar clases en La Viruta. Al principio, iba en jeans y zapatillas. Estuve así durante unos dos meses. Hasta que me di cuenta de que para pivotear en los ochos, era mejor suelas que no fueran de goma. Me empecé a poner zapatos.

Más tarde, me di cuenta de que casi siempre estaba con el peso sobre los dedos de los pies. Y me cansaba mucho. Y si me ponía tacos, me cansaba menos, porque a pesar de tener el peso hacia adelante, podía descansar sobre ellos. Me empecé a poner zapatos con tacos más altos. Eso sí, siempre con jeans.

Luego empecé a aprender figuras como ganchos y boleos, y me di cuenta de que los jeans ya no eran tan cómodos. Empecé a usar polleras.

Y así caí en la cuenta de que todas las noches, sin pensarlo demasiado, me ponía una pollera y tacos altos (la altura de mis tacos era relativa: empecé con tacos de 5 centímetros, que ya me parecían inmensos). Algo así como en la foto...

Y poco a poco, me empezó a divertir eso de disfrazarme de mujer-mujer, y decidí completar la panoplia y me empecé a pintar. Nada estrambótico, pero bastante revolucionario para mí.

Las miradas de los hombres de la milonga cambiaron por completo: de repente, me convertía en una presa interesante. Es maravilloso ver cómo la vestimenta, el eye-liner, los zapatos (que pronto alcanzaron la vertiginosa altura de 9 cm, como en esta última foto) (¿quién hubiera dicho, hace tan sólo dos años, que me llegaría algún día a exatasiar ante un par de zapatos?) y el lápiz labial pueden transformar radicalmente la mirada de la gente.

Eso sí: las primeras veces que mis amigos pre-tango me vieron así, se llevaron una sorpresa bastante grande. Ahora, pobres, están acostumbrados, porque cuando salgo con ellos, lo más probable es que de todos modos termine en la milonga, con lo cual ya acudo disfrazada.

Porque nadie me va a quitar de la cabeza que todo esto no es más que un disfraz.
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lunes, 23 de junio de 2008

La Viruta

Vamos de entrada: soy fanática de La Viruta. Se convirtió en mi segundo hogar, mi casa, el lugar en el que sé que, a cualquier hora de la noche, de miércoles a domingo, voy a encontrar amigos dando vueltas por ahí. Una vez un amigo dijo: "Es como saber que tenés una fiesta de cumpleaños todas las noches a la que podés ir". Y encima no tenés que llevar birra, la comprás en el lugar...

No, no me pagaron por decir lo que estoy diciendo. No trabajo allí, no recibo ningún sueldo, no tengo ningún interés de ninguna índole en cómo le va financieramente, excepto que no sé qué haría con mi vida si algún día este lugar fuera a desaparecer.


Después de estudiar tango durante tres años, considero que no bailo mal. He tenido la suerte de bailar algunas tandas con excelentes bailarines que no nombraré pero de los que una piensa: "Pucha, estoy bailando con Tal". Y encima, Tal te dice: "Qué lindo que bailás", y a
hí tocás el cielo con las manos, por más que te lo diga de bien educado.

A veces voy a milonguear a otros lados, siempre en patota, porque sola me moriría de angustia (sería la mejor manera de planchar toda la noche). Cuando me entero de que me están cabeceando (no siempre me entero, como lo contaré en otra entrada...), salgo a bailar con gente del lugar, milongueros de los de antes, tradicionales, nada de tango nuevo, algún estilo milonguero o más tipo Villa Urquiza, en fin, de esos que bailan desde hace décadas y no precisamente en La Viruta. Supuestamente.
Indefectiblemente con ellos tengo la conversación siguiente:

Ellos: No te veo muy a menudo por acá. ¿Adónde solés ir?
Yo: Ya sé que aquí es una mala palabra, pero voy a La Viruta.
Ellos (cara de asco): ¿A La Viruta? ¡Qué mala idea! Allá no se puede bailar. No saben lo que es el tango. ¿Y dónde aprendiste? Porque no bailás nada mal.
Yo: En La Viruta.

Reconozco que lo digo con un goce sádico particular. Me divierte ver cómo van cambiando la cara. Van de la sorpresa a la incredulidad, pasando por el asombro y la desconfianza.

El eslogan de La Viruta es "Entrás caminando... salís bailando". Es tanto el o
dio (¿la envidia?) que muchos le tienen a este lugar que lo transformaron en: "Entrás caminando... salís bailando mal".

No sé si en "La Viru", como se le llama cariñosamente, se enseña bien o mal. Sé que si uno quiere aprender, lo puede hacer. Yo lo he hecho, y que conste que durante dos años sólo tomé clases allí.

También sé que si La Viruta no existiera, yo nunca me habría acercado al tango, porque me provocaba cierto rechazo el ambiente acartonado y machista del tango tradicional. Y como yo, centenares de jóvenes, argentinos o extranjeros, descubrieron en La Viruta que el tango podía ser otra cosa que "una cosa de viejos".

Allí va gente que directamente no sabe bailar tango, milongueros con nombre
y apellido (me he dado el gusto, una vez, de sacar a bailar a Miguel Angel Zotto, él de Tangox2, él también va a La Viruta), extranjeros que quieren experimentar eso de la sensualidad del tango de la que tanto les hablaron (oh, it's so very sexy!), gente vestida con jeans de raperos que dejan ver sus calzoncillos y zapatillas con los cordones desatados (it's so very cool!), otros con traje impecable, gomina, zapatos de charol y todo el disfraz del perfecto milonguero, hombres que bailan con hombres, mujeres con mujeres, exponentes del tango nuevo que hacen alarde de sus acrobacias, adeptos del milonguerito pegadito-pegadito, gente que va a levantar gente, gente que va a mirar, gente que no baila en toda la noche pero pasa un buen rato con sus amigos y gente que no descansa una sola tanda.

Sin La Viruta, las milongas tradicionales estarían vacías y el tango se habría marchitado de a poco, porque muchos de los que hoy bailan bien y frecuentan Sunderland, P
orteño y Bailarín, La Baldosa o Cachirulo han dado sus primeros pasos en La Viruta.

Así que sí, podrán decir lo que quieran de La Viruta:

  • no es una milonga: es un boliche
  • la música está demasiado fuerte
  • no se respetan los códigos
  • la gente no sabe bailar
  • te cagan a golpes en la pista
  • la gente va para levantarse minas/tipos...

...todo lo que quieran. Y todas esas cosas son ciertas. Pero yo soy una acérrima defensora de ese lugar que me acercó al tango, me lo hizo querer, amar, adorar, y gracias al cual hoy en día puedo ir a otras milongas, respetar sus códigos (que me enseñaron en La Viruta, a pesar de lo que dicen las malas lenguas), sentarme tranquilita a esperar que me cabeceen, bailar ordenadamente sin ganchos ni boleos altos, y que me digan: "¿Dónde aprendiste? Porque no bailás nada mal".

Pero lo que más me divierte es ver cómo, a las 3 o 4 de la mañana, cuando cierra la mayoría de las otras milongas, todos aquellos que habían despotricado contra La Viruta (único lugar que termina a las 6) se gritan unos a otros: "Bueno, ¿nos encontramos en la Viru?"

¿Dónde está La Viruta?

Está ubicada en el barrio de Palermo otrora llamado Viejo (ahora Soho...), en el subsuelo del Centro Cultural Armenio. Es el lugar ideal para empezar a aprender a bailar.

¿Por qué? Porque hay clases casi todos los días (de miércoles a domingo, tard
e y noche), porque hay seis niveles distintos (para los que no saben na' de na' hasta los que ya bailan mucho), porque se puede empezar en cualquier momento del año, porque no es necesario ir en pareja ya que es habitual que haya casi tantos hombres como mujeres, porque podés ir en bermudas y zapatillas y nadie te va a decir nada, y porque hay rebuena onda, loco.

El lugar no es particularmente lindo. Es una sala enorme sin decoración, pero eso sí, con unos spots buenísimos (y de bajo consumo: los responsables de la Viruta son ecológicos) (o económicos) (o ambos) y muy buena música. Y, last but not least, muy buena cocina también.

En La Viruta hay días y días:


Miércoles y Domingos: los días más informales. Se pasan tandas de rock y de tango electrónico, además de las tandas tradicionales de tango y milonga. Últimamente incluye una tanda del Polaco Goyeneche bastante alucinante. También se puede escuchar a Astor Piazzolla, acallando a los que decían que Piazzolla no era tango porque no se lo podía bailar. Son las noches en que van generalmente los bailarines de tango nuevo o tango moderno. Esas noches, olvídense de los códigos, la cosa es bastante anárquica. Muchos bailarines de los shows para turistas que pululan en Buenos Aires se pegan una vueltita por la Viru para bailarse unos tangos de verdad antes de irse a dormir. Termina tipo cuatro de la madrugada.

Entrenamiento de milonga con Horacio Godoy













Jueves
: el día más tranqui. Lo recomiendo para las clases, porque va menos gente (aunque si de clases se trata, ahora hay horarios a la tarde muy buenos, encontrarán todo en la página web). Todas las semanas toca una orquesta distinta, por lo general orquestas nuevas, poco conocidas, o de tango electrónico, tipo Otros Aires, Narcotango, Tanghetto, etc. Termina tipo tres de la madrugada.

Viernes y Sábados: los días de milonga más tradicional. Nada de tango electrónico y, a diferencia de los otros días que son más tipo práctica (en la que se pasa música de manera continuada), hay tandas separadas por cortinas.
En La Viruta las tandas duran más que en cualquier otra milonga: seis tangos (en otros lados no pasa nunca de cuatro). Así se tiene mucho más tiempo para chamuyar, dicen... Al principio de la noche, tipo 1h30, hay una tanda de pachanga de la que huyo por lo general, porque no me gusta, pero allí los que no bailan tango podrán bailar como en un boliche "normal" y no aburrirse demasiado. También pasan salsa y algo de rock. A la
s cuatro y pico hay una tanda de folclore cuya duración depende de la cantidad de gente que baile. Por lo general, cuatro o cinco chacareras, un gato, con algo de suerte y si el DJ Horacio "P.B.T." Godoy está de buen humor un escondido, y una o dos zambas.
A las cuatro llegan medialunas deliciosas para ir desayunando y reponiendo fuerzas para poder llegar hasta el fin de la noche... que llega a las seis de la mañana, de una manera tan particular que no se la puedo describir. Hay que venir a vivirla.

La Viruta cuando todo terminó, a las 6 de la matina

Si no sabés bailar tango y querés empezar a largarte en la pista, éste es el lugar ideal. Nadie te va a correr como en otras milongas y no tenés que pagar derecho de piso. Ése fue un poco el propósito de sus organizadores, Cecilia Troncoso, Horacio Godoy y Luis Solanas, cuando abrieron el lugar allá por el año 1994.

Vos que ya conocés el lugar, ¿opinás lo mismo que yo?

La Viruta
Armenia 1366 - Palermo
Tel: 4774 6357 o 4779 0030
De miércoles a domingos a partir de las 23h30 (después de las múltiples clases de tango, milonga, salsa y/o rock)
Organizan Cecilia Troncoso, Horacio "P.B.T" Godoy y Luis Solanas
Cómo llegar: colectivos 15-39-57-106-110-140-141-151-168
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