sábado, 7 de junio de 2014

Multas milongueras

En las milongas, uno de los códigos consiste en bailar una sola tanda con una persona. Después de la tanda, se regresa a la mesa, y si se quiere bailar nuevamente con la misma persona, se espera un poquito.

Esto permite cierta rotación en las parejas, sobre todo para las personas que van solas.

Ahora que estoy mucho tiempo en París, me recuerda el sistema de alquiler de bicis Velib. Se trata de un sistema muy barato (unos 30 euros anuales), pero que está limitado a media hora de uso gratis. Después de lo cual, el usuario o la usuaria debe restituir la bici en alguna de las 1800 estaciones existentes, so pena de tener que pagar un plus (que puede llegar a 4 euros por media hora de uso).

Esto permite que haya rotación de bicis, y que la gente no la ate a un árbol cuando va a trabajar, inmovilizándola y no permitiendo que otra persona la use mientras tanto.

Bueno, resulta que en París, entendieron perfecto ese sistema para las bicis, pero no para la milonga.

Aquí, es muy común ver a parejas bailar tres, cuatro, cinco tandas seguidas, sin siquiera salir de la pista entre tanda y tanda. Simplemente se quedan ahí charlando durante la cortina, y siguen bailando juntxs en la tanda siguiente (sin saber lo que viene, qué orquesta, qué estilo...).

Resultado: las mujeres (porque siempre hay mayoría de mujeres) nos podemos quedar planchando toda la noche porque los cuatro tipos con los cuales queremos bailar están siendo monopolizados durante una hora seguida por otras.

Yo propongo un sistema de multas: para respetar la indiosincrasia local, se acepta hasta dos tandas seguidas. Después de dos tandas, hay que pagar 10 euros por tanda y por persona. 

Quizás así empiecen a entender que la milonga es un lugar de encuentro social (dos palabras claves ahí: encuentro y social), y no una práctica o una sala de ensayo...

Foto Gisela Passi