domingo, 1 de agosto de 2010

Crónicas Parisinas #7

Finalmente, tras varios intentos infructuosos por problemas de horario, hace dos semanas fui a Le Chantier.

Me habían hablado mucho de esa milonga de las afueras de París (Montreuil) que abre los sábados, la única que cierra a las 7 de la mañana (la mayoría cierra a las 2, máximo a las 3 de la mañana).

Nunca antes había podido ir porque queda un poquito lejos, y el metro (subte) deja de funcionar a las 2 de la mañana. Regresar más tarde era entonces una complicación, había que tomar un taxi, y tomar un taxi en París es un lujo que no me puedo dar.

Además, me habían contado que Le Chantier se pone bueno precisamente después de las 2 de la mañana, cuando la gente sale de El Colectivo. Por lo tanto, irme antes de esa hora no era una muy buena idea.

El tema es que este año instalaron estaciones de Velib, este sistema de alquiler de bicicletas, a unos 400 metros de la práctica. Con lo cual, ya no está el temor de perderse el último subte, y uno se puede quedar hasta la hora que mejor le parezca, sin estar obligado tampoco a quedarse hasta el primer subte a las 6 de la mañana. Claro que tiene que haber bicis disponible a la hora en que nos queremos ir...

Así que el sábado pasado, me subí a una bici de alquiler y llegué al lugar a la una de la mañana. Efectivamente, no había mucha gente. En un primer momento, como siempre, me puse a mirar la pista. Rápidamente, me sacaron varios hombres. Decidí aceptar las dos primeras invitaciones. Me aburrí soberanamente.

No estaba Sylvain, el chico que había conocido en Milonga Florida. A las 2 y media de la mañana, empezó a caer más gente. Me puse entonces a mirar la pista con más detenimiento, rechazando esta vez las invitaciones para poder concentrarme en mi observación (sí, sí, siempre con una gran sonrisa, ahora agregué "es muy amable" o mi "no, muchas gracias"). Y ahí, en el medio de la muchedumbre, encontré a un chico que parecía tener un lindo abrazo, buena musicalidad, pisada elegante.

Esperé a que terminara de bailar. Cuando se sentó me ubiqué estratégicamente al lado suyo y esperé unos tangos a que descansara, porque estaba visiblemente exhausto. Recé por que nadie lo sacara (en París las mujeres sacan muchísimo más que en Argentina), y rechacé todas las otras invitaciones. Claro que los hombres rechazados me miraban con cara de culo, pero ¿qué le vamos a hacer? Querer bailar con alguien en particular es una de las múltiples y válidas razones por las cuales las mujeres podemos decir que no. Y las mujeres tenemos tanto derecho como los hombres a seleccionar, descartar, elegir. Si no se bancan un "no", que estos hombres se limiten a cabecear (lo lamento, pero me pone furiosa que algunos hombres no acepten un "no" de una mujer, dice mucho de esas personas).

Finalmente, cuando empieza una nueva tanda, invito a bailar a ese chico. Vacila, me dice: "A ver, no sé si esa tanda me gusta". Lo cual me impresionó mucho, porque los franceses en general no tienen ese tipo de contemplaciones: bailan cualquier tanda sin preferencias ni discriminación.

Finalmente, François aceptó mi invitación y empezamos a bailar. Después de mi excelente experiencia con Sylvain, tuve mi segunda revelación parisina. Un baile tranquilo, con conexión, musical. Nada estrambótico, simplemente el placer del baile. Bailamos tres tandas, incluida una de milonga, las tres con la misma satisfacción

Quería quedarme hasta las 4h30 de la mañana, hora en la que los organizadores de esta milonga, que existe desde hace más de diez años, ofrecen gratuitamente un desayuno (se coloca comida y café en una gran mesa y todos están invitados a servirse libremente), pero por cuestiones laborales, nuevamente, me fue imposible quedarme tan tarde. Una pena. Me habría gustado conocer el ambiente hasta el final, a las 7 de la mañana. Otro sábado, tal vez.

La verdad, me gustó el ambiente de Le Chantier. Se nota que sus organizadores lo hacen por gusto, seleccionan a sus DJs, pasan buena música, y se llena todos los sábados a pesar de quedar en las afueras de París. Una de las musicalizadoras tiene la excelente idea de colocar cartelitos anunciando la tanda siguiente con el nombre de la orquesta. Otro cartel reza: "La DJ también baila"...

Eso sí: a Le Chantier van todas las estrellitas del tango parisino, parece que es EL lugar en el que mostrarse, hacer publicidad, entregar tarjetas, y ver quién baila más alocadamente. Fue un milagro encontrar parejas que privilegiaran el tango tradicional, porque el lugar es el antro del tango nuevo. Allí bailó Chicho varias veces, y parece que todos y todas quieren hacer como él... sin tener un ápice de su talento.

51, rue Edouard Vaillant - Montreuil
Los sábados de 21h30 a 7h
Tel: 06 23 89 10 47
Cómo llegar: Metro Croix de Chavaux (línea 9), Noctambus N16 et N34
Contacto: chantier51@hotmail.fr

4 comentarios:

Tanguillo dijo...

No me entendi lo de "razones válidas". Lei el artículo referido, pero no me aclaró el tema.
¿Que sería una razón inválida para que una mujer no baile con alguien?
¿No tener ganas sería inválido? ¿No gustarle el tipo sería inválido?
No se, llegado el caso, creo cualquier motivo es válido. Una mujer es dueña de bailar con quien quiera.
Ahora, habiendo dicho lo anterior, hago una diferencia: una cosa es decir que una mujer diga que no por motivos ajenos al bailarín (por estar muy cansada,por ser una tanda fea, por tener dolorido un pie), y otra que sean por el bailarín en particular. Esto último se presta, obviamente, a herir susceptibilidades.
Obviamente, las mujeres son dueñas de dar o no un golpe al ego del hombre es cuestión, ya que no tienen que bailar con nadie con quien no quieran.

Una Milonguera dijo...

100% de acuerdo con vos, Tanguillo, pero como dije también, el tango es un mundo machista, y es muy difícil hacer entender a alguna gente que las mujeres tienen derecho a negarse.
En el baile y en otras situaciones también...

Tanguillo dijo...

Sin duda el tango es machista, pero creo que pasa mas por otro lado.
Si yo le digo que no a una mujer cuando me saca a bailar, tambien es posible que se sienta dolida, molesta, y hasta enojada.
El asunto es que los hombre suelen tener el ego mas sensible que las mujeres, y muchos suelen ser mas extrovertidos a la hora de lidiar con un golpe al orgullo.
En mi caso no me enojo en absoluto, simplemente no suelo invitar mas a alguien que me dijo que no, a menos que haya sido con mucha onda (como por ejemplo decirte "ahora no, pero un rato te voy a sacar yo").

Giorgio dijo...

Rescato el tema del cabeceo, a menos que uno saque a una amiga de confianza, asi se evitan situaciones molestas.-