Viernes, día de La Baldosa. Porque cada milonga tiene sus días.
Hace unos meses, ni siquiera me habría tomado la pena de hacer una entrada sobre esta milonga, porque me habría parecido demasiado formal, o demasiado tradicional, o demasiado aburrida... Pero esto habría sido antes de descubrir mi pasión por el tango salón. Porque la verdad, La Baldosa me parece ahora un lugar muy lindo. Lindas tandas, linda gente. La mayoría de los concurrentes se viste elegantemente, pero tampoco es la exposición de joyas y vestidos de lentejuelas de Sunderland. También se puede ir de elegante sport, más relajado.
Se organiza en el salón El Pial, donde se suele organizar normalmente una peña. La pista es amplia, de baldosa (...), agradable.
Me gustó que, cuando llamé para reservar una mesa, me preguntaran si iba a ser "una mesa de solos". No entendía muy bien qué significaba, ya que si pedía una mesa para ocho, era evidente que no íbamos a estar solos, sino que íbamos a ser... ocho.
Pero la pregunta era para ubicarnos en el borde de la pista para ser visibles por las otras mesas y para poder sacar (los hombres) y ser sacadas (las mujeres), porque se usa mayoritariamente el cabeceo. Las mesas de gente que ya viene en pareja, efectivamente, se ubican más atrás. En ese momento recordé que uno puede sentirse muy solo aun rodeado de gente...
Ahora, el cabeceo sigue siendo un tanto incómodo para mí. Me parece fantástico eso de querer cuidar el honor del varón y no hacerle pasar vergüenza con un "no, gracias" que todos verán, me parece maravilloso eso de no avasallar la tranquilidad de las damas y no obligarlas a pronunciar el tan desagradable "no, gracias" o a bailar sin ganas, pero... ¿qué se hace con las miopes?
Está bien, uso lentes de contacto, con eso veo más o menos bien. Pero muchas veces soy incapaz de hacer la diferencia entre un cabeceo y un simple saludo. ¿Y saben que hay hombres que hacen crujir sus cervicales, con un movimiento muy parecido al del cabeceo? Ni que hablar de los que cabecean a la mujer que se encuentra justo atrás mío. ¿Les conté de la vergüenza que se siente al pensar que la invitación fue para una, y resultó ser para otra?
Por eso, a La Baldosa no se me ocurriría ir sola. Pero siempre que voy con amigos, la paso bien. Cada vez mejor, diría yo, a medida que voy conociendo más gente allí.
El lugar cuenta con un escenario elevado y una de las noches en que fui (hará un par de meses) cantaba Alberto Podestá, y cuando canta Alberto Podestá, no puedo dejar de llorar, sobre todo sabiendo que va a terminar con El Bazar de los Juguetes.
Alberto Podestá (Alejandro Washington Alé) cantó con las grandes orquestas de la época de oro del tango, la década del cuarenta: Caló, Di Sarli, Laurenz, Francini-Pontier. Cuando Podestá cuenta las anécdotas de cuando Homero Manzi escribió Paisaje, uno de sus éxitos que él cantó con la orquesta de Pedro Laurenz, pienso que él conoció a Homero Manzi y no puedo dejar de estremecerme. Claro, ahora Alberto Podestá tiene casi 84 años, ya no tiene la voz de sus veinte, pero me siento muy privilegiada de tener la posibilidad de escuchar a este grande, que me arranca lágrimas cada vez que entona...
Hace unos meses, ni siquiera me habría tomado la pena de hacer una entrada sobre esta milonga, porque me habría parecido demasiado formal, o demasiado tradicional, o demasiado aburrida... Pero esto habría sido antes de descubrir mi pasión por el tango salón. Porque la verdad, La Baldosa me parece ahora un lugar muy lindo. Lindas tandas, linda gente. La mayoría de los concurrentes se viste elegantemente, pero tampoco es la exposición de joyas y vestidos de lentejuelas de Sunderland. También se puede ir de elegante sport, más relajado.
Se organiza en el salón El Pial, donde se suele organizar normalmente una peña. La pista es amplia, de baldosa (...), agradable.
Me gustó que, cuando llamé para reservar una mesa, me preguntaran si iba a ser "una mesa de solos". No entendía muy bien qué significaba, ya que si pedía una mesa para ocho, era evidente que no íbamos a estar solos, sino que íbamos a ser... ocho.
Pero la pregunta era para ubicarnos en el borde de la pista para ser visibles por las otras mesas y para poder sacar (los hombres) y ser sacadas (las mujeres), porque se usa mayoritariamente el cabeceo. Las mesas de gente que ya viene en pareja, efectivamente, se ubican más atrás. En ese momento recordé que uno puede sentirse muy solo aun rodeado de gente...
Ahora, el cabeceo sigue siendo un tanto incómodo para mí. Me parece fantástico eso de querer cuidar el honor del varón y no hacerle pasar vergüenza con un "no, gracias" que todos verán, me parece maravilloso eso de no avasallar la tranquilidad de las damas y no obligarlas a pronunciar el tan desagradable "no, gracias" o a bailar sin ganas, pero... ¿qué se hace con las miopes?
Está bien, uso lentes de contacto, con eso veo más o menos bien. Pero muchas veces soy incapaz de hacer la diferencia entre un cabeceo y un simple saludo. ¿Y saben que hay hombres que hacen crujir sus cervicales, con un movimiento muy parecido al del cabeceo? Ni que hablar de los que cabecean a la mujer que se encuentra justo atrás mío. ¿Les conté de la vergüenza que se siente al pensar que la invitación fue para una, y resultó ser para otra?
Por eso, a La Baldosa no se me ocurriría ir sola. Pero siempre que voy con amigos, la paso bien. Cada vez mejor, diría yo, a medida que voy conociendo más gente allí.
El lugar cuenta con un escenario elevado y una de las noches en que fui (hará un par de meses) cantaba Alberto Podestá, y cuando canta Alberto Podestá, no puedo dejar de llorar, sobre todo sabiendo que va a terminar con El Bazar de los Juguetes.
Alberto Podestá (Alejandro Washington Alé) cantó con las grandes orquestas de la época de oro del tango, la década del cuarenta: Caló, Di Sarli, Laurenz, Francini-Pontier. Cuando Podestá cuenta las anécdotas de cuando Homero Manzi escribió Paisaje, uno de sus éxitos que él cantó con la orquesta de Pedro Laurenz, pienso que él conoció a Homero Manzi y no puedo dejar de estremecerme. Claro, ahora Alberto Podestá tiene casi 84 años, ya no tiene la voz de sus veinte, pero me siento muy privilegiada de tener la posibilidad de escuchar a este grande, que me arranca lágrimas cada vez que entona...
La Baldosa (no tiene página web)
Salón El Pial - Ramón L. Falcón 2750 - Flores
Tel: 4601 7988
Viernes de 22h30 a 4 h (después de la clase)
Organizan Gabriela Elías, Alba y Horacio Fiorentino
Cómo llegar: colectivos 5-36-53-55-76-86-88-92-104-126-132-136-141-155-180. Ferrocarril Línea Sarmiento, estación Flores.
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2 comentarios:
y pensar que yo tuve cerca al maestro Podestá cuando el venía a Bogotá y se hospedaba en un apartamento a donde me llevaban siendo un niño. Parece que al final todos los caminos conducen al tango.
Gracias por compartir tus observaciones sobre estos sitios de la milonga bonaerense.
me gustó tu entrada... adhiero a tus palabras... yo vivo en flores y aunque voy a otras milongas tengo debilidad por la baldosa... tiene un "no se qué" que cuando lo captás te cautiva y te hace querer voler... Cecilia
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