jueves, 26 de junio de 2008

Mujer-mujer

Para aprender a bailar tango, tuve que aprender a disfrazarme de mujer. Hasta entonces yo era lo que los machistas llaman un marimacho.

Es decir que me vestía con ropa cómoda, no me maquillaba, no me pintaba las uñas, no usaba tacos altos, no tenía pelo largo, en fin, vivía cómodamente, como cualquier ser humano lo hace a diario (desafío a los hombres que aman a las mujeres producidas a que pasen un solo día en la piel de una de esas mujeres: que se depilen enteramente, cejas incluidas, que se maquillen, se tapen las ojeras, los granitos, que se pinten las uñas de rojo - sólo eso les llevará más o menos dos horas para que quede prolijo - que se pongan una minifalda y tacos de 9 cm, y que salgan a la calle con 2 grados bajo cero de sensación térmica... luego me dirán lo que prefieren).

En fin, un buen día empecé a tomar clases en La Viruta. Al principio, iba en jeans y zapatillas. Estuve así durante unos dos meses. Hasta que me di cuenta de que para pivotear en los ochos, era mejor suelas que no fueran de goma. Me empecé a poner zapatos.

Más tarde, me di cuenta de que casi siempre estaba con el peso sobre los dedos de los pies. Y me cansaba mucho. Y si me ponía tacos, me cansaba menos, porque a pesar de tener el peso hacia adelante, podía descansar sobre ellos. Me empecé a poner zapatos con tacos más altos. Eso sí, siempre con jeans.

Luego empecé a aprender figuras como ganchos y boleos, y me di cuenta de que los jeans ya no eran tan cómodos. Empecé a usar polleras.

Y así caí en la cuenta de que todas las noches, sin pensarlo demasiado, me ponía una pollera y tacos altos (la altura de mis tacos era relativa: empecé con tacos de 5 centímetros, que ya me parecían inmensos). Algo así como en la foto...

Y poco a poco, me empezó a divertir eso de disfrazarme de mujer-mujer, y decidí completar la panoplia y me empecé a pintar. Nada estrambótico, pero bastante revolucionario para mí.

Las miradas de los hombres de la milonga cambiaron por completo: de repente, me convertía en una presa interesante. Es maravilloso ver cómo la vestimenta, el eye-liner, los zapatos (que pronto alcanzaron la vertiginosa altura de 9 cm, como en esta última foto) (¿quién hubiera dicho, hace tan sólo dos años, que me llegaría algún día a exatasiar ante un par de zapatos?) y el lápiz labial pueden transformar radicalmente la mirada de la gente.

Eso sí: las primeras veces que mis amigos pre-tango me vieron así, se llevaron una sorpresa bastante grande. Ahora, pobres, están acostumbrados, porque cuando salgo con ellos, lo más probable es que de todos modos termine en la milonga, con lo cual ya acudo disfrazada.

Porque nadie me va a quitar de la cabeza que todo esto no es más que un disfraz.
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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante esa metamorfosis que se va dando, aunque mas interesante me parece aún que no te llegue a influenciar en la vida diaria. Hubiera pensado que cuando se da ese paso, de casual girl a mujer seductora, eso impregna la actitud a muchos niveles, especialmente cuando comprobás las ventajas que tiene.
Pero se ve que no es así. O vos sos la excepción.
Por mi parte, como varón, siempre fui muy informal, y permanecí así en las milongas. Nunca un pantalón de vestir (quizá alguna vez), y mucho menos camisa de oficinista o corbata (puaj!!!). Eso si, en la medida de lo posible, siempre con zapatos para bailar, unica concesión que hago por una cuestión de comodidad.
Me encantó el artículo.
Un beso.

Alejandro Fiorito dijo...

La nota esta muy buena.Y es para celebrar la "socialización" de la mujer que escribe. La feminizacion de su aspecto actual, respecto de la anterior es relativa a la cultura dominante. Pero que "cultura" no sea una "cosa", no implica que sea menos "dura" que una pared. Y que el término "relativo" no es menos importante, puesto que no hay "absolutos".

Es curioso por eso, que no se considere igualmente un disfraz a cualquier tipo de ropa.
El argumento de "estar cómodos", está subordinado a las costumbres, que te marcan "como" podes estar cómodo en cada ámbito social o privado.
Son convenciones tan arbitrarias desde el punto de vista "técnico" u "operativo" que tal vez, quien no pasa por la experiencia de esa transformación, nunca se de cuenta de la no necesidad de uno u otro "disfraz". Simplemente se toma como algo natural.
Como se dice bien en el texto, la "mirada" del otro ayuda mucho a "darse cuenta" de que "arbitrariedad" es más apropiada en cada lugar.
El costo de no aceptarlo parace que supera con creces el dolor de la depilación...

Michelle Aslanides dijo...

Vos eras hermosa antes, y ahora tambien... dos caras de una misma mujer...
Que divertido que hables del disfraz... yo siento eso cuando hago danzas orientales... y me encanta disfrazarme! Es como vivir dos vidas en la misma... Por cierto, prefiero los zapatos rojos... pero como se hace para caminar con eso!????

Una Milonguera dijo...

Bueno, de hecho yo no puedo caminar con esos zapatos. Me los pongo en la milonga y me los saco antes de irme.
No me preguntes cómo hago, en el medio, para bailar durante 4 o 5 horas seguidas con zapatos con los que no iría en la esquina en la calle so pena de torcerme los tobillos a los cinco minutos...

Anónimo dijo...

Maravilloso, acabo de descubrir tu blog. Me encanta. Tu narración es entretenida y tus anécdotas son muy entretenidas. Tu aportes para el mundo exterior, son dignos de adminración. Muchas gracias por plasmar todo lo que se te está ocurriendo. Saludos, Peruvian man in Bs.As.

Anónimo dijo...

La verdad esas mujeres vestidas asi como tu mencionas (Mujer-mujer)
Son un bocado delicioso, el tango tb representa eso es la imagen que vende al mundo y al turista en Bs As; el atuendo femenino,las mallas y la piernaza colgada en un folleto o foto. algo muy suculento.

Curiosamente cuando lo bailas te olvidas de eso, primero te concentras en la pista y como moverte, como saber llevar ese bombon.
otro, el que mejor disfruta es el espectador que se gana con las curvas, y el meneo de la diosa bailarina.

Por ultimo si el chamullo te salio mal, te quedas con las ganas y te la pasaras aguantado e impotente de hacer algo, mientras ves a la diva bailar con otro.

Considero las milongas el mejor lugar para ir de caza, y encontrar alguna buena mujer, quien sabe Hay que saber bailar nada mas porque para eso vas.

El resto depende de ti. :)

Susana dijo...

hola, recien descubrí tu blog, y llevo toda la tarde con él...me sentí totalmente identificada con tu post...
a mis 38 años mis primeros zapatos de tacón y la sensación de "ser mujermujer"jajaja...bailo hace unos meses nada más pero me enganchó total!
un beso desde Barcelona!